viernes, 27 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 14


Yolki trataba de esquivar la mayor parte de los ataques de aquel mutante asesino, pero recibía algún golpe que otro. No conseguía hacerle gran daño ni tampoco darle esquinazo. De repente se escuchó un gran estruendo que hizo asustarse al agente especial y al girarse vio cómo una gigantesca llamarada emergía de entre las casas del pueblo. Debido a que bajó la guardia Vanessa rodeó con uno de sus tentáculos el cuello del joven y lo empezó a estrangular. Yolki se revolvía como podía para intentar escapar de aquella asfixia, pero de repente un fuerte disparo impactó en la cabeza del monstruo, lo que hizo que éste dejase de apretar y lanzase al agente contra el muro de una casa y se dirigiese a atacar a Noah.
—Muérete, hija de puta. — Dijo el muchacho mientras volvía a disparar a la bestia.
—Noah... ¿Qué haces? — Preguntó el otro tras reponerse del fuerte golpe.
—Salvarte la vida. — Rememoró las palabras del otro volviendo a disparar.
—¡Huye! ¡No hay tiempo! — Vanessa lanzó una ofensiva con su tentáculo perforador contra el muchacho y éste lo esquivó, dando el ataque en un contador de electricidad de una casa. La bestia comenzó a sufrir una fuerte descarga. Ambos vieron la reacción del mutante y se dieron cuenta de que esa podría ser una de sus debilidades, pero no tenían tiempo para ponerse a buscar cosas con lo que electrocutarla. Noah se acercó a Yolki y le ayudó a reincorporarse por completo.
—Tenemos que irnos ahora que está aturdida. — Dijo el chico.
—Buen trabajo, aunque haya sido de suerte. — Bromeó Yolki sacudiéndole amistosamente la cabeza.
Vanessa no tardó mucho en estabilizarse y con gran furia salió corriendo tras ellos. Por fin consiguieron llegar al coche, no tuvieron muchos problemas porque todos los zombis del camino habían volado por los aires debido a la explosión provocada por Linda. Allí esperaban Perla y Mimí. Las chicas montaron en los asientos de atrás y los chicos en la parte de delante. Noah arrancó y se puso en marcha, pero algo les frenaba. Miró por el espejo retrovisor y vio que Vanessa había atrapado al vehículo por la parte de detrás con uno de sus tentáculos y con el otro lanzó un ataque que atravesó desde el cristal trasero hasta el delantero, sin conseguir herir a nadie.
—Esto tiene que acabar ya, no nos queda ni un minuto. — Dijo Yolki mientras rebuscaba en la bolsa de las armas. Sacó un táser, un arma de electrochoque, y atacó al apéndice que había penetrado en el coche, lo que hizo que el mutante lo sacase de allí. — Noah, en cuanto baje acelera como si no hubiera mañana.
—¿Estás diciendo que te dejemos tirado? — Le preguntó el chico alterado.
—No te preocupes, estaré bien, no tenéis tiempo, acelera o moriremos todos. — Le dijo mientras le daba un fuerte abrazo. Tras esto bajó del coche y el chico comenzó a acelerar. Yolki se dirigió a la parte trasera y de repente comenzaron las explosiones por todas partes. Se apresuró y dio otra descarga la extremidad que hacía que el coche no se desplazarse. Vanessa retiró sus la que sujetaba el automóvil y la que lo había atravesado y permitió al coche avanzar. Todo comenzaba a venirse encima, un montón de casas comenzaban a estallar. Las montañas de piedra comenzaban a derrumbarse y a sepultar el pueblo con enromes peñascos. Noah condujo con toda la destreza que podía evitando las rocas que caían. Miró por el espejo retrovisor y vio cómo Yolki se despedía con una sonrisa y un saludo militar. Acto seguido fue atravesado por Vanessa y después ambos fueron engullidos por bolas de fuego y enterrados por un montón de rocas.
El silencio imperaba en el coche, Noah conducía por la carretera entre el monte y el bosque.
—Noah, creo que deberíamos descansar. ¿Te acuerdas del sitio secreto que teníamos los niños del pueblo? — Propuso Perla.
—Sí, ¿por?
—Podemos pasar la noche allí resguardados. Tiene una puerta pesada, si queda algún infectado por aquí no podrá pasar y podremos descansar algo. No es bueno que conduzcas largas distancias después de todo esto.
—Tienes razón. Supuestamente todo esto ya ha acabado. Descansaremos, pero a primera hora de la mañana continuaremos la marcha. — El coche se adentró un poco dentro del bosque y paró al lado de un tráiler que volcó años atrás y que aún seguía ahí. Los muchachos del pueblo lo usaban como club secreto en sus tardes de vacaciones. Noah abrió la parte trasera del remolque y se refugiaron allí. Se tumbaron en el suelo e intentaron conciliar el sueño, pero Perla comenzó a escribir.
—¿Qué haces? — Preguntó el chico.
—Silencio, no hables tan alto o despertarás a la niña. Estoy completando lo que Edurne hubiese querido que se escribiese. He pensado en dejar toda la documentación aquí, casi nadie conoce la existencia de este lugar y creo que ahora mismo sólo la conocemos tú y yo. Cuando estemos seguros de que esto haya acabado volveremos a por estas cosas y lo destaparemos todo. Haremos justicia.
—Lo veo bien... Bueno... Se me cierran los ojos... — Bostezó. — Buenas noches.
—Buenas noches.
Los pájaros comenzaron a cantar cerca de las seis de la mañana y esto hizo que el joven se levantase y despertase a las otras dos chicas. Montaron en el coche y se pusieron en camino para poder coger la carretera comarcal principal. Todo parecía tranquilo, era como si de un mal sueño hubieran despertado, estaban relajados. De repente algo se cruzó en medio de la carretera y lo atropellaron mandándolo varios metros hacia delante y Noah frenó el coche en seco.
—¡Dios mío! ¿¡Qué ha sido eso!? — Preguntó Perla mientras tranquilizaba a Mimí.
—Perla, cuando te de dos golpes acelera. — Le ordenó Noah mientras cogía la bolsa de las armas y salía del coche. Perla pasó a la parte delantera y vio cómo el chico subía al techo del vehículo. La chica escuchó los dos golpes y aceleró con fuerza. Noah se agarró fuerte. Las chicas vieron como aquello se ponía en pie en mitad de la pista. ¡Se trataba del Doctor Sempronius! Su apariencia era más robusta y mutada, parecía que se había convertido en una de sus propias criaturas. Noah comenzó a dispararle con una ametralladora mientras se acercaban a gran velocidad. Cuando Perla lo arroyó, Sempronius comenzó a rodar por la luna del coche subiendo hacia el tejado. Allí Noah lo agarró con fuerza para que no cayera tras ellos y le introdujo una granada en la boca a la bestia aún aturdida por el golpe. Tras esto se agarró con una mano a una puerta del coche e hizo fuerza con una pierna para lanzar por encima de él al Doctor y hacer que quedase tras ellos. Noah se metió en los asientos traseros por la ventanilla y se giró y se aseguró de ver cómo aquel engendro salía volando por los aires. Perla frenó conmocionada por lo que había sucedido y porque tampoco podía conducir mucho más debido al golpe que se dio en la pierna la noche anterior. El chico volvió a tomar el volante y las chicas se colocaron en el asiento del copiloto y éste inició de nuevo la marcha. Vieron uno de sus coches estampado al lado de la carretera, Perla tapó los ojos de la chica y los dos mayores miraron y vieron el cadáver de Paula con un puñal clavado en la frente.
—¡Joder! ¿¡Cuándo ha pasado eso!? — Preguntó Perla.
—Ni idea... — Contestó el chico.
Casi al llegar al desvío que permitía el acceso a una carretera más importante el chico redujo la marcha del coche. Los tres se quedaron mirando a lo que tenían ante los ojos. Había una gran barrera desplegada formada por vehículos militares y un montón de ellos apuntando hacia el vehículo. Se adelantó el que parecía estar al mando de la operación y ordenó que se mantuviesen. Miró con más atención a lo que había dentro del automóvil y vio a los tres jóvenes. Sonrió y puso la mano en alto y se giro de nuevo para dirigirse hacia los vehículos. Parecía que el Gobierno se había enterado de los sucesos y habían ido en su ayuda. Cuando llegó a la altura de sus filas, el hombre bajó la mano y los militares comenzaron a abrir fuego contra el coche en el que se encontraban Mimí, Perla y Noah.

*****

—Vaya, vaya, vaya... — Helena se acercó a los restos del Doctor Sempronius. — Así que te has esforzado tanto para acabar así... — Dijo mientras cogía el trozo de bata donde estaba su tarjeta de identificación y la observaba. Se volvió a agachar y tomó un trozo de carne de él. — Me pregunto qué pasará ahora. — Continuó hablando sola mientras se llevaba el pedazo de carne a la boca.



© ESTRADA MARTÍNEZ, J.J. 2014

miércoles, 25 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 13


—¿Te ayudo? — Dijo una voz femenina.
—¿¡Eh!? ¿¡Quién eres tú!? — Preguntó Yolki.
—Mi nombre es Helena, pero ahora eso creo que no importa.
—Mis amigos han quedado atrapados en esta cueva, tengo que quitar estas piedras para poder entrar a ayudarles.
—Oh, que bueno eres. — Le dijo mientras le daba un beso en la mejilla. — Venga, si tanto te importan te ayudaré. — Ambos comenzaron a abrir un agujero en la boca de la cueva para poder acceder a ella.

*****

Noah se abalanzó sobre el viejo y lo tiró al suelo desarmándolo. Con gran ímpetu comenzó a golpearle la cara repetidas veces.
—¡Noah, para, lo vas a matar! — Avisó Perla.
—¡Noah! ¡No lo mates! ¡Lo necesitamos! — Intervino su prima.
—¿Y vosotros qué hacéis? ¿No pensáis separarles? — Ordenó de forma indirecta la joven. Ramiro y Tony se miraron y corrieron a separar a ambos. Perla observó la situación y vio el cuerpo de Edurne inerte en el suelo.
—¡Oh, Dios mío! ¿¡Qué ha pasado!? — Quiso saber mientras corría hacia el cadáver.
    — Ce... Celestino... Está involucrado en toda esta mierda. — Contestaba Linda entre sollozos. — Edurne encontró unos documentos que lo delataron y él la asesinó y después... Fue a por mí...
—¿¡Qué!? — Se sorprendió Perla. Se dirigió hacia el viejo, le asestó una patada mientras aún se retorcía de dolor en el suelo y le escupió. Luego volvió junto al cadáver de su amiga y cogió su mochila donde había guardado sus diarios. Sabía lo importante que era para ella que se supiese la verdad, por el honor y la memoria de sus padres. También examinó la estantería y metió en la mochila todos los documentos que demostrasen que todo aquello era cierto.
—¡Cálmate, Noah! — Le pidió Tony mientras ambos le sujetaban.
—¡Sabía que este puto viejo no era de fiar! ¡Lo sabía!
—Noah, como sigas así tu herida empeorará y tú también. — Advirtió Ramiro.
—¿Herida? ¿Qué te ha pasado, Noah? — Preguntó su prima.
—Me... Me han mordido... — Respondió mientras conseguía mantener la calma.
—¿¡Qué!? — Dijo su prima mientras se llevaba la mano a la boca de preocupación y se acercaba a él. — ¡Noah, escúchame, tienes que aguantar! ¡Ya estamos cerca del final! ¡De la cura! Celestino dio alojo en este lugar al doctor que empezó todo esto, el que experimentó con devolverle la vida a los muertos. ¡El tiene que tener el remedio!
—Yo.. Yo sólo quería recuperar a mi hija... — Intervino el anciano mientras se retorcía en el suelo. Tras estos acontecimientos se escuchó hablar a la voz masculina por la megafonía.
—Bien hecho, Celestino, has cumplido con tu misión, ya no puedes hacer nada más por mí. Es hora de que recojas tu recompensa y entres a ver de nuevo a tu hija con vida. Respecto a vosotros, ya que habéis conseguido llegar hasta aquí, os merecéis una recompensa, pasad también. — Tras finalizar el discurso del hombre una puerta se abrió permitiendo el paso a una nueva estancia. Celestino se reincorporó rápidamente y entró a la sala con celeridad. El grupo le siguió hasta adentrarse en la nueva habitación. No era una cámara tan grande como las que habían visto con anterioridad. Consistía en un lugar de trabajo con una mesa central con productos químicos y un montón de ordenadores empotrados en las paredes. Al fondo de ella se encontraba un anciano y dos tubos de ensayo. En el cilindro al cual se abrazaba Celestino se encontraba una joven y en el otro se encontraba Mimí.
—¡Mirad! ¡Es Mimí! — Se alegró Linda.
—¿¡Está viva!? — Se sorprendió Tony.
—Claro que sí, ¿qué pensáis que soy? ¿Un monstruo? — Preguntó retóricamente el viejo. Sempronius se giró y tecleó algo en uno de los ordenadores. El tubo de ensayo de Mimí comenzó a vaciarse de líquido y la pequeña quedó tendida en el suelo. El cristal se abrió y el Doctor se aproximó a la niña.
—Despierta, pequeña, ya ha acabado todo. — Le dijo con mimo mientras le quitaba la máscara de oxígeno y la arropaba con una toalla. Mimí abrió los ojos y miró al anciano, después miró al grupo y se levantó y apresuradamente corrió hacia Linda a la que se abrazó y ésta le correspondió.
—Ya está pequeña, no tengas miedo.
—¿Qué le has hecho? — Quiso saber Perla.
—Vaya cría, ¿cómo osas hacerme tal desprecio con lo bien que te he tratado? — Dramatizó llevándose la mano al rostro como signo de decepción. — Lo que he hecho ha sido salvarle la vida. Todos se quedaron sorprendidos por la contestación del Doctor. A Ramiro, que de nada había estado involucrado en este asunto, le surgió la urgente necesidad de ayudar a destapar todo aquello y curar a todos los infectados. Había llegado lejos, sentía que era importante, que podía hacer algo para remediar todo el mal que había hecho, así que aprovechó las circunstancias y comenzó a husmear por su cuenta mientras el resto hablaba.
—¡Cure a Noah y explíquese! — Exigió Tony.
—A eso voy, joven, no se altere. ¿Curar? No hay cura. Cuando trabajaba para el Gobierno y para la empresa farmacéutica Yvic me dejaron experimentar con las generaciones nacidas entre 1988 y 1994 para trabajar en el proyecto de resurrección de personas. Todos los nacidos entre esas fechas de este pueblo son inmunes al "veneno" de los infectados. La reanimación consiste en que una vez que el cuerpo ha muerto, la bacteria estimula la parte del cerebro encargada de las actividades involuntarias, además de estimular los músculo para realizar los movimientos. Así los zombis sienten hambre y pueden moverse que es lo principal para vivir, como si fuesen animales carnívoros. El contagio de esta bacteria es por la saliva y la sangre. Los infectados no pueden morir por causas naturales, sienten hambre, pero eso no les mata, sólo es una sensación perenne que quieren saciar con ansia y por eso resultan tan agresivos.
—¿Qué? ¿Entonces ni yo ni Noah podemos morir al ser mordidos por uno de esos?
—Lo has entendido mi querida Perla.
—¿¡Cómo sabes mi nombre!?
—Ya te lo dije, experimenté contigo. Por cierto, ¿dónde está tu hermana, Dana?
—¡Maldito bastardo! — Gritó ella mientras se le abalanzaba con agresividad para agredirle.
—¡Perla, no! — Le pidió Tony mientras la cogía de la mano y la tranquilizaba.
Volvieron a su lugar y la joven notó cómo Ramiro hacía algo a sus espaldas. Le lanzó una mirada exigiendo saber qué estaba haciendo. Él sólo contactó visualmente con ella por un instante y en seguida puso su atención sobre el anciano.
—Bien, pues sintiéndolo mucho tendrá que venir conmigo para que le tomemos declaración. — Dijo Tony mientras se acercaba a Sempronius.
—¿Pero cuándo piensas sacar a mi hija de esta cosa? — Interrumpió Celestino.
—Ya voy, amigo, no se preocupe. — Contestó el Doctor haciendo caso omiso a las palabras del guardia civil y volteándose para teclear de nuevo en el ordenador. El segundo cilindro se vació de líquido y quedó el cuerpo de la joven desnudo en el suelo. Su padre le quitó la máscara de oxígeno de la cara y comenzó a despertarla.
—Vanessa, cariño, despierta. Papá está aquí...
—Bueno, pues ya está todo hecho. — Dijo el Doctor girándose hacia el grupo y metiéndose las manos en los bolsillos de tu bata. — Pero yo no pienso ir a ninguna parte, nadie irá a ninguna parte. — Sacó una especie de dispositivo y sonrió. — Cuando apriete este botón un montón de explosivos colocados por las montañas y por el pueblo harán explosión y todo este lugar quedará hecho ruinas, es imposible que sobreviva nadie.
De repente vieron como algo atravesaba la cabeza de Celestino. Su hija le había dado muerte clavándole una larga y afilada lengua por la boca saliendo por la parte posterior de la cabeza de su padre.
—¿¡Qué cojones!? — Se sorprendió Tony echándose para atrás.
—Es imposible conseguir que alguien resucite tan vivo como lo estamos nosotros. Esa muchacha estaba muy muerta, no pude ni si quiera convertirla en zombi, sólo experimenté un poco más con ella hasta convertirla en una de mis queridas bestias. Debéis pagar por despertar a mis esqueletos del cementerio y por matar a mi serpiente, a mi murciélago y a mi ciempiés humano. Mis queridas obras maestras... Vanessa, querida, acaba con ellos. — Ordenó mientras pulsaba el botón de destrucción de la zona. — Tenéis media hora para salir con vida de este pueblo.
Vanessa dio un gran salto y le brotó un gran tentáculo de la palma de la mano con el que se disponía a atacar a Tony, pero de repente una ráfaga de balas de ametralladora impactaron en el experimento del Doctor. Todos se giraron, ¡era Yolki!
—¿¡Qué haces aquí!? — Se sorprendió Noah.
—Rescataros, joder. ¡Vamos no hay tiempo! — El grupo salió apresuradamente de la sala y corrió por las cámaras de los tubos de ensayo. Sempronius pulsó otro botón y de repente fue atravesado por uno de los tentáculos de Vanessa.
—Oh, querida... No era necesario que hicieras esto... — Dijo mientras desfallecía.
El grupo se encontraba en la primera sala de experimentos y observó que todas las cápsulas se vaciaron y se abrieron liberándose así todas las personas que había allí atrapadas. Se trataban de infectados y rápidamente se pusieron en pie y comenzaron a abalanzarse sobre el grupo.
—¡¡Corred!! — Ordenó Yolki. El grupo se dirigió a la siguiente sala la cual también estaba infestada de zombis y tuvieron que comenzar a disparar para poder deshacerse de algunos y abrirse paso. Linda intentaba tapar a Mimí de cualquier bala perdida que pudiese impactarla. Perla ayudaba a Noah a correr con más velocidad debido a que el mordisco aún le dolía. Yolki y Tony se encargaban de abrir el paso, mientras Ramiro guardaba las espaldas del grupo. Al fin llegaron a la entrada de la cueva y vieron el pequeño agujero que pudo abrir Yolki para poder acceder. Linda se introdujo primero por el vano para que así hubiese alguien fuera para poder ayudar y poner a salvo a Mimí. Tras ella salió la pequeña. Después Perla ayudó a Noah a salir desde dentro y su prima por fuera.
—¿A quién le toca ahora? — Preguntó la chica mientras los otros tres disparaban al inmenso ejército de zombis que se les venía encima.
—¡Sal tú! — Gritó Tony. Perla los miró con preocupación y después se giro para salir por el agujero.
—¡Joder, cada vez están más cerca! ¡No damos a basto! — Dijo Yolki.
—¡Vamos, Tony, sal! — Le gritó Ramiro. El manco cesó de disparar y se dispuso a salir por el agujero.
—¡Yolki, te toca a ti! ¡Yo te cubro!
—¡No, sal tú! ¡También es mi trabajo cuidar de todos los supervivientes!
—¡No da tiempo! ¡Tú les serás de más ayuda que yo! ¡Sin ti están perdidos!
—¡No puedo!
Ramiro vio cómo Vanessa se acercaba por el final del grupo de zombis.
—¡Corre, sal ya! — Gritó Ramiro mientras se lanzaba al grupo de muertos vivientes y disparaba y golpeaba mientras era devorado como distracción para que Yolki escapase. —¡Dile a Perla que lo siento mucho por todo lo ocurrido! — Fueron sus últimas palabras mientras entre mordiscos su vida se apagaba.
Yolki emergió de la tierra por el agujero y observó al grupo. Vio que Helena no estaba allí y en seguida tomó el mando.
—¡Vamos! ¡Tenemos que ir a los coches! — Empezaron a descender por la ladera de la montaña lo más rápido que les era posible debido a la dificultad del terreno. En unos instantes se escuchó un desprendimiento y vieron que la entrada de la cueva había quedado totalmente despejada y las rocas se precipitaban hacia ellos. Vanessa había salido del laboratorio y parecía querer deshacerse de todo ser que quedase con vida persiguiendo al grupo. Una de las rocas golpeó a Perla en la pierna haciendo que callera unos metros más adelante.
—¿¡Perla, estás bien!? — Se preocupó Linda.
—Uf... No... — Dijo mientras se veía los brazos llenos de magulladuras que sangraban y con un fuerte dolor en la pierna derecha. — Necesito ayuda... — De repente vieron cómo Vanessa los alcanzó de un gran salto y se colocó tras Perla.
—¡Joder, no! — Gritó Noah. El monstruo comenzó a hacer brotar uno de sus mortíferos tentáculos de la palma de una de sus manos para asestarle un golpe mortal a la joven. Cuando lo hizo, Perla cerró los ojos. No sintió nada. Los abrió y giró la cabeza. Tony había interceptado el tentáculo, lo había atravesado por el centro de la caja torácica.
—Dios mío... Tony... — Dijo la chica llevándose la mano a la boca entre sollozos.
—Perla... Te... Te quiero... Lucha por vivir... Huye... Te quiero... — Se despidió el guardia civil antes de que de un movimiento Vanessa se deshiciese de su cuerpo lanzándolo varios metros por los aires.
—¡Vamos, Perla! — Gritó Noah mientras la levantaba y la cogía de la mano y la obligaba a correr.
—¡¡Tony!! ¡¡Te quiero!! — Gritó la joven con el rostro bañado en lágrimas a pleno pulmón esperando que su declaración llegase a tiempo a los oídos de su amado antes de que su vida cesase.
    El grupo logró bajar hasta el pueblo y callejear algo para despistar al terrible experimento del Doctor. De repente Mimí se paró en seco y se negó a correr.
—¿Qué te pasa cielo? — Le preguntó Linda.
—Estoy cansada... No... No tengo fuerzas para correr...
—Cariño, tienes que hacer un esfuerzo. Ya casi lo hemos conseguido. — Le insistió.
—Sube a mi espalda. — Le ofreció Yolki. La niña accedió y montó a caballito sobre el agente especial. La pared de la casa de al lado de donde se habían detenido se vino abajo y se apreció la silueta de Vanessa entre el polvo.
—¡Oh, Dios! — Se asustó Perla.
—¡Mierda! — Exclamó Yolki. — ¡Noah, sé que te duele la herida, pero haz el esfuerzo de llevar a Mimí a la espalda! — Le dijo mientras se la daba. Después tomó con agilidad la bolsa de las armas y cogió unas cuantas y se la devolvió a Linda y ésta echó un vistazo dentro al notar que aún contenía algún tipo de arma dentro. — ¡Corred lo más rápido que podáis! 
Noah corrió con la niña cargada sobre él y Linda ayudó a correr a Perla lo más rápido que podía. Los zombis comenzaban a arremolinarse alrededor de los cuatro y de vez en cuando el chico se giraba para comprobar que Yolki les seguía a pesar de estar en plena confrontación contra aquel monstruo. El agente especial no cesaba de disparar a la bestia que apenas se inmutaba y lanzaba continuos ataques contra él.
—¡¡Aaaah!! — Chilló Linda. Noah se giró hacia ella y vio que se había quedado encogida en el suelo mientras un infectado se le echaba encima. Noah apuntó con el rifle militar que encontró en su casa y le voló la cabeza al zombi.
—¿Estás bien? — Preguntó el joven.
No obtuvo respuesta, los tres se quedaron mirándola.
—¿Linda...? — Volvió a insistir el chico.
—Es... Estoy muerta... — Contestó su prima mientras levantaba la cabeza con el rostro cubierto de lágrimas y tocándose el hombro ensangrentado.
—¿¡Qué!? No... ¡No puedes ser! ¡Puta mierda! ¡Con lo cerca que estábamos! ¡Dios! — Perdió los nervios el muchacho. — Perla lleva a Mimí al coche y esperadme allí, corred. Si no hay tiempo y no he llegado arrancad e iros.
—Está bien... — Dijo mientras cojeaba y tomaba la mano de la niña. Se armó con una pistola y con la mirada se despidió de Linda. Noah se quedó en silencio mirando a su prima con lágrimas en sus ojos. Vio que los zombis comenzaban a rodearlos y comenzó a disparar a bocajarro a todos.
—Noah... Para... — Decía Linda en medio de todo aquel alboroto mientras de rodillas sollozaba y se tapaba el mordisco. — Para, por favor... Tienes que irte...  — El muchacho no hacía caso y seguía disparando. — ¡¡Que pares, joder!! ¡¡Para de una puta vez!! — Perdió los nervios. Ante esto su primo cesó de disparar y miró a Linda. Luego volvió la vista hacia donde disparaba y vio que Yolki ya se estaba acercando perseguido por Vanessa. — Déjame en mi casa.
—¿¡Qué!?
—¿No lo entiendes? Voy a morir. Te dije que encerré a toda mi familia en mi casa para que no fuesen dañados ni dañasen a nadie. Quiero estar con ellos, quiero acabar allí.
—No te puedo dejar ahí.
—Noah, no hay cura, ¿vale? Lo siento. Siento no haber sido de las generaciones inmune a este veneno. No lo soy, no hay remedio, no te pido que me mates, te pido que me lleves con los míos. — El muchacho miró de nuevo a los zombis y se giró a ayudar a su prima. Cargó con la bolsa de las armas y la ayudó a caminar. La casa estaba de camino a la salida del pueblo, así que no supondría muchos cambios de planes.  Los zombis les pisaban los talones pero al fin llegaron frente al edificio.
—Está bien, Noah, ya todo va a acabar. Ve y reúnete con Perla y Mimí.
—Ya te he traído hasta aquí, no tienes por qué decirme qué tengo que hacer.
—¿Qué quieres decir?
—Adiós, prima. — Le dijo abrazándola con fuerza. — Siento que haya pasado esto. — Después se apartó de ella y corrió en dirección contraria a la salida del pueblo.
Linda comprendió que iba a ayudar a Yolki a acabar con Vanessa y sacó su pistola, reliquia de su familia, y comenzó a disparar contra los zombis que querían atrapar a su primo para que se acercaran a ella. Su táctica funcionó y comenzaron a aproximarse. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca cruzó la puerta de su casa y la cerró a sus espaldas, entonces disparó dentro de ella para alertar de su presencia a sus familiares infectados. Fue a la cocina y cogió la bombona de butano que aportaba el gas al hogar y se dirigió de nuevo a la entrada de la casa. Vio que todos su familiares ya estaban en el pasillo de la entrada y comenzaron a caminar haca ella. Rebuscó en su bolsillo y sacó una granada que había tomado del saco de las armas mientras se retorcía de dolor cuando fue mordida. Abrió la bombona de butano, quitó la anilla del explosivo y se lo pegó al pecho. La casa y todo lo que había alrededor voló por los aires llevándose consigo a un gran número de muertos vivientes.

*****

© Estrada Martínez, J.J. 2014 

miércoles, 11 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 12


El grupo más numeroso avanzó por el pasadizo hasta llegar a situarse frente a una puerta, la cual se abrió al detectar la aproximación de los individuos mediante sensores. Antes de atravesarla el grupo miró el oscuro interior de la estancia a la que conducía y con precaución se adentraron en ella. Parecía no haber peligro, así que se pasaron la puerta y ésta se cerró tras ellos. Perla intentó forzarla para abrirla otra vez por si precisaban escapar, pero era inútil, no se movía ni un milímetro. Examinaron la estancia y todos sus rincones y no parecía haber nada, sólo una puerta que podría conducir a la continuación de los pasadizos, así que se dirigieron a ella. El paso no parecía funcionar con sensores como la anterior y tampoco se podía abrir manualmente. Observaron alrededor del marco de ésta para ver si había que accionar algún mecanismo para accionarla y vieron que sobre él había una frase escrita. Noah enfocó con la tenue luz de su ya casi agotada linterna y leyeron:

No puedes abrir una puerta si no tienes luz para encontrar la cerradura.

Noah volvió a enfocar a la lámina de metal que separaba las estancias en las zonas donde suele haber cerraduras, pero no vio nada. El resto siguió inspeccionando la sala hasta que Ramiro encontró algo.
—Aquí parece haber un interruptor, ¿lo pulso? — Consultó a su compañeros.
—No tenemos nada que perder. — Contestó Tony.
Ramiro accionó el botón y varias baldosas del suelo se iluminaron con una fuerte luz, lo que molestó a los ojos del grupo. Tras reponerse un poco del fogonazo se comenzaron a escuchar ruidos agudos. Miraron al techo, de donde parecía proceder aquel sonido y vieron que éste estaba infestado de murciélagos y en el centro de la bandada mamífera se encontraba uno de la misma especie pero de un tamaño considerablemente grande, casi tan grande como cualquiera de los humanos allí presentes. Las alimañas empezaron a revolverse y revolotear por toda la sala causando el desconcierto y la confusión a los cuatro allí encerrados y el gran animal emprendió el vuelo y embistió a Perla contra el suelo y comenzó a morderla. Ésta puso sus manos en el cuello del animal para evitar ser herida y Tony y Ramiro fueron en su ayuda, el primero golpeándolo con una barra de metal y el segundo disparando desde la distancia.
—¡Ramiro! ¡No dispares! ¡Podrías darle a Perla! — Alertó Noah.
El cazador cesó de disparar y mientras Tony veía que a penas los disparos habían conseguido herir al animal, el cual se levantaba para cargar contra el guardia civil. Lo cogió en volandas y lo empotró entre la pared y el techo y Tony rápidamente colocó en la boca del animal la barra de metal que portaba para evitar el mordisco y la posible infección. Éste se dio cuenta de que al cuello de la bestia estaba atada una tarjeta que podría permitir el paso por la puerta bloqueada y alertó a los demás mientras forcejeaba.
—¡Chicos! ¡Esto tiene una tarjeta atada a su cuello, debe de ser la llave, tenemos que hacernos con ella!
Perla buscó entre murciélagos revoloteando en la bolsa de armas que portaba Noah y extrajo de ella un arpón. Se armó con él y apuntó al animal y disparó. Tony vio cómo el proyectil atravesaba al gran ser y la punta que quebró desde su columna al esternón se quedaba a escasos centímetros de él, salvando la vida. Ambos se precipitaron al suelo y Ramiro ayudó a ponerse en pie al guardia civil, mientras Perla tomaba la tarjeta del cuello del animal y la introducía en una ranura consiguiendo así el acceso a la siguiente estancia.

*****

Linda, Edurne y Celestino continuaron su camino por su pasadizo correspondiente y se toparon con la primera sala. Estaba repleta de gigantescos tubos de ensayo en los que parecía que los cuerpos humanos que contenían estaban en un largo letargo. Cuando se adentraron en la estancia una puerta se cerró tras ellos. La intentaron desbloquear, pero les resultó imposible. Desistieron y cansados recorrieron la sala inspeccionando los cilindros y a las personas que había dentro. Linda no había visto a aquellas personas en su vida, lo que significaba que no eran del pueblo. Al final de la cámara había otra puerta abierta que conducía a una sala de similares características. Parecía que se estaba preparando un ejército entero de zombis.
—Tenemos que mirar por aquí por si hay alguna manera de deshacerse de estos infectados. — Dijo Linda.
—¿Pero cómo sabes que toda esta gente está infectada? Si les liberas podrías causar su muerte innecesaria. — Explicó Celestino.
—Entonces mejor estarnos quietas.
Recorrieron la segunda estancia y se adentraron en la tercera sala, con muchos menos conductos experimentales pero con una estantería llena de documentos. Edurne se acercó a ellos y comenzó a examinarlos con gran ímpetu. Linda se quedó observando los tubos de ensayo intentando encontrar algún dispositivo mecánico con lo que pudiese entender de que se trataba todo aquello.
—¿¡Qué narices es esto!? — Se sorprendió Edurne.
—¿Qué sucede? — Quiso saber Linda mientras seguía explorando.
—Aquí hay contratos entre una empresa farmacéutica, el Estado y el alcalde del pueblo para poder instalar aquí un centro experimental biológico.
—¿El alcalde? — Repitió su compañera sin quitar la vista de uno de los sujetos atrapados.
—Sí...
Linda se giró hacia donde estaba Edurne y vio cómo Celestino sacaba su machete y la degollaba.
—¡¡No!! ¿¡Pero qué has hecho!? ¿¡Tú estás detrás de todo esto!?
—Por fin te das cuenta, niñata imbécil.
—¡No entiendo nada! ¿¡Por qué!?
—¿Tú te crees que yo tengo los estudios necesarios para montar tal complejo en estas montañas? Yo soy sólo un padre desesperado.
—¿Padre desesperado? ¿Qué has querido decir con eso?
—Hace años el Gobierno y una gran empresa farmacéutica me propusieron ceder las cuevas de esta montaña para que pudiesen hacer investigaciones sobre la resurrección humana. Pronto se dieron cuenta de que los frutos de los trabajos realizados no eran satisfactorios y decidieron dejar de financiar el proyecto. Las personas volvían a la vida, pero de la manera que tú ya sabes. El Doctor Sempronius siguió investigando por su cuenta a lo que se había dedicado a estudiar toda su vida. Cuando mi hija murió y el Doctor iba a ser despedido éste vino a mí y me ofreció finalizar la investigación de la resurrección y la vuelta a la vida de mi hija, a lo que yo accedí. Agentes del Gobierno vinieron para acabar con el laboratorio, pero las criaturas creadas de forma paralela por el Doctor lograron ponerlo en jaque. Todas estas personas que has visto en los tubos de ensayo son esos agentes. Un contacto del Doctor se encargó de encubrir todas las desapariciones y que el asunto quedase olvidado.
—¿Sempronius es el que nos quiere matar?
—Sí, ¡pero más bien seré yo el que lo haga! — Exclamó mientras se abalanzaba sobre Linda. Ésta esquivó el golpe y comenzaron una persecución por las salas usando los cilindros como escudos al saber que Celestino no los rompería para no estropear los avances de su compinche.  

*****

La compuerta se cerró tras ellos y se encontraron en una nueva sala completamente iluminada. No parecía haber nada extraño en ella e inspeccionaron el techo para no cometer el mismo error que en la cámara anterior. En la puerta que daba paso a la siguiente estancia había escrito un mensaje.

Tira de picaporte, es sencillo.

Tony se dispuso a ello y cuando lo hizo observó que la puerta no se abría, pero por todos lados sonaba como si una especie de mecanismo se hubiese activado. Las paredes de la sala se partieron por la mitad de manera horizontal y vieron una fila de torsos humanos colocados en fila dentro de las aberturas creadas en los muros. Al instante, esos torsos a los que únicamente les faltaba las piernas cobraron vida y salieron de la cavidad. Estaban unidos por el estómago y la espalda y se movían usando la fuerza de los brazos para estar en pie y desplazarse con una sorprendente agilidad. El gran ciempiés-zombi-humano rodeó en seguida al grupo y mientras correteaba a su alrededor lanzaba dentelladas por sus numerosas cabezas. Noah, Perla, Tony y Ramiro tuvieron que ser ágiles para esquivar aquello, pero un mordisco logró alcanzar a la piel de Noah. Todos se percataron de ello. La criatura con una de sus manos agarró el tobillo de Perla y ágilmente escalo hasta el techo bocabajo y rodeándola en círculo. Tras una pausa, la circunferencia de seres comenzó a cerrarse para devorarla, a lo que Tony se impulsó en la espalda del cazador y agarró uno de los brazos haciendo que la bestia cayera al suelo junto con la joven. Ramiro enfurecido y enervado por la situación comenzó a disparar a bocajarro contra todas las cabezas de aquel engendro con una de las ametralladoras de la bolsa de armas arrebatada a Yolki. En unos segundos eternos salpicados por sangre, el cazador logró acabar con el engendro. Perla se descubrió tras notar que ninguna bala la había alcanzado y tomó a Noah para tranquilizarle del mordisco.
—Tranquilo, aguanta, estamos cerca. Seguro que hay una cura para esto. — Tras las palabras de la joven, un altavoz bajó del techo y se escuchó a la voz masculina hablar al grupo.
—Habéis conseguido destruir a dos de mis criaturas favoritas, pero no es justo que os vayáis de rositas, por lo menos habrá que revolveros el estómago o algo. Si queréis continuar debéis abrir las tripas de todos los torsos cosidos para encontrar la tarjeta que os permita continuar a la siguiente estancia. — Finalizó el discurso y el altavoz volvió a desaparecer.
—Bueno, pues habrá que ponerse manos a la obra. — Propuso Tony algo asqueado.
Mientras Perla calmaba y ayudaba a frenar la hemorragia en el torso de Noah, los otros dos comenzaron con las armas blancas a destripar a aquel ciempiés. El olor de la putrefacción, la sangre y los intestinos les hizo vomitar más de una vez. Tras varios minutos de búsqueda, Tony logró dar con ella. Levantaron a Noah y se dirigieron a la puerta. El guardia civil pasó la tarjeta por el lector y la compuerta se abrió y la atravesaron dejando atrás aquella especie de piñata grotesca.
La nueva estancia recordaba a un gran estudio de grabación. Estaba completamente insonorizada y dentro de ella había toda clase de instrumentos, incluido un gran órgano en la pared. Perla ayudó a Noah a sentarse en el suelo y observaron dos puertas, la que conducía hacia la reunión con la otra parte del grupo y otra que proseguía el camino.
—¿Qué puerta tomamos? — Preguntó Ramiro.
—La de la derecha, tenemos que reunirnos con el resto del grupo. — Contestó Perla.
—Eso si siguen vivos... — Dijo Tony, a lo que la chica le lanzó una mirada asesina. El cazador y el guardia civil se aproximaron a la puerta de la derecha que contenía una nueva inscripción.

Los gases abrasadores quemarán vuestra piel. Si volver de los muertos quieres, sonar en el infierno debes, mas si miras atrás ten seguro que tu vida perderás.

—Las luces de la estancia cambiaron a un color rojizo y del techo emergieron unos pulverizadores de gas a la vez que un temporizador que marcaba una cuenta atrás de tres  minutos.
—¿Cómo vamos a poder hacer sonar todos estos instrumentos en tres minutos? — Se alarmó Ramiro.
—¡No sé! — Respondió Perla. — ¡Pensad en sonidos que os recuerden al infierno!
—¿El órgano? ¿Instrumentos de viento graves? ¿De percusión? ¿Violines estridentes? ¡No tengo ni idea!
—El... el órgano es un instrumento celestial... - Respondió Noah. — Los instrumentos de viento son instrumentos bélicos y en ocasiones los portan también ángeles, al igual que instrumentos de cuerda, aunque el violín se le suele atribuir al Diablo.
—¿Entonces son los violines o las percusiones? — Quiso asegurarse Ramiro.
—¡Prueba a ver! — Le pidió la joven.
El cazador se acercó a éstos y comenzó a tocarlos torpemente con un ritmo inventado. Vieron que de repente el temporizador restó diez segundos.
—¡Mierda! ¿¡Si nos equivocamos de instrumento nos restan más tiempo!? — Se sorprendió Ramiro.
—¡Parece ser! — Replicó Perla.
—Mirad... — Llamó la atención Tony. — En la puerta están grabados unos símbolos. Una especie de queso dividido en siete, tres cabezas de perro, una barca, y un símbolo extraño.
—Dejadme ver... - Quiso intervenir Noah acercándose torpemente. Perla le ayudó a levantarse y a aproximarse hacia la puerta.
—Lo primero son los siete infiernos de Dante Alighieri, las cabezas de perro simbolizan al can Cerbero, la barca representa a Caronte, el barquero del Infierno y el último signo es el símbolo astronómico de Plutón, es decir, de Hades...
—¿Cómo sabes todo eso? ¿Y qué nos quiere decir con esto? ¡Ya sabemos que todo esto está relacionado con el infierno!
—¡Se trata del mito de Orfeo, en la inscripción dice que debemos sonar en el infierno, no hacerlo sonar! Él fue el único que pudo sonar en el Hades sin ser interrumpido, pues su música amansaba todo el submundo.
Noah miró al temporizador y observó que faltaban treinta segundos y se soltó de Perla y corrió todo lo rápido que pudo hacia los instrumentos de cuerda. Una vez allí se apresuró y revolvió todo, agarró una lira y comenzó a tocarla. La compuerta se abrió, pero el gas comenzó a salir, lo que provocó escozor en sus pieles, y todos se apresuraron a salir de ella antes de que aquel veneno corrosivo impregnase sus cuerpos. La puerta se cerró a sus espaldas y vieron como Celestino estaba a punto de acabar con Linda.

*****



© Estrada Martínez, J.J. 2014

domingo, 8 de junio de 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 11


—¿¡No ha quedado nadie atrás!? — Preguntó Celestino mientras aceleraba para librarse de los perros.
—¡Sí! ¿¡Dónde está Paula!? — Preguntó Linda preocupada.
—Los... Los perros la atacaron en el bosque... — Contestó Ramiro mientras recuperaba el aliento.
—¿Sobrevivió? — Interrogó Tony.
—Creo que no... Había una loca en el bosque que es la que envió a los chuchos a atacarnos.
—Interesante... Cuéntame todo lo que sepas desde que todo esto empezó. — Le dijo Edurne mientras sacaba su cuaderno dispuesta a apuntar todo lo que le contase.
—¿Eres periodista?
—No, pero seguro que se me hubiese dado bien.

*****

—¿Nos siguen los demás? — Preguntó Noah.
—Sí. — Respondió Yolki mirando por el espejo retrovisor.
—Me pregunto de dónde habrán salido tantos perros así de la nada... Quizás fuesen perros zombis... — Divagó Perla.
—No creo, no parecían ni putrefactos ni nada. Además no se movían con torpeza.
—Sí, pero no hay que olvidar que los buitres también estaban infectados y se movían con total libertad e incluso parecían más robustos y fieros. — Recordó Yolki.
—Quizás a los animales les afecta de otro modo. — Supuso Perla.
—Tal vez... Y... ¿Cómo estás tú, Perla? — Se interesó Noah mientras se giraba a los asientos traseros para mantener contacto visual con su amiga.
—Bueno... La verdad que... Igual suena un poco mal... Pero cuando todo esto empezó y pensé que Dana había muerto de camino al río ya me ha hecho superar algunas fases más pesadas... Aún así...
—Tranquila, no hables más.
—Sólo quiero encontrar al culpable de esto y hacerle pagar.
Noah le acarició la rodilla y le dedicó una sonrisa de reconfortante y después se giró para observar la carretera.
Cuando llegaron a las cercanías de las primeras casas del pueblo aparcaron los coches de manera que en situación crítica de huída sólo tuvieran que arrancar y acelerar para marcharse. Los ocho bajaron y hablaron sobre lo que hacer.
—Creo que Celestino debería de dejar de tomar decisiones, dejar de ser líder. — Opinó Tony.
—Va siendo hora de tomar decisiones democráticamente, igual nos va mejor. — Propuso Linda.
—Está bien, pero necesitamos propuestas. — Intervino Perla.
—Yo lo tengo claro. Debemos ir a casa de Yolki, coger todo lo que nos sea necesario para hacer frente a lo que nos podamos encontrar e ir a las cuevas a buscar a Mimí. — Expuso Noah.
—A mí me parece bien. ¿Alguien propone algo más? — Preguntó Edurne al grupo. Todos quedaron pensativos en busca de una nueva opción. Estaba claro que nadie había decido abandonar.
—Yo no entiendo qué hace este cretino aquí. Quiero que se vaya. — Rompió el silencio Perla refiriéndose a Ramiro.
—Yo... Lo siento...
—¿Que lo sientes? — Replicó mientras se acercaba cogiéndole por el cuello de la camisa. — ¿Qué sientes? ¿Sientes seguir vivo? ¿Sientes tener la oportunidad de escapar de esto y de volver a vivir la vida con normalidad? Gracias a ti mi hermana pequeña ya no podrá disfrutar de eso, imbécil. — Tras reprocharle le soltó violentamente del cuello y se excluyó del grupo para calmarse.
—Bien... Si nadie propone nada más... Pongámonos manos a la obra, con suerte dentro de unas horas toda esta pesadilla habrá terminado. — Finalizó Yolki.
El grupo comenzó a desplazarse sigilosamente por el pueblo evitando un encontronazo con los infectados. Cuando era menester deshacerse de alguno lo hacían con armas blancas para no hacer más ruido del necesario y así no alertar a los otros zombis de su presencia. Así sucedió el rato que tardaron en llegar hasta la casa de Yolki.
—Tened cuidado. — Susurró Noah. — Cuando estuve aquí un grupo de muertos vivientes logró entrar en la casa, quizás quede alguno escondido, mantened los ojos bien abiertos.
Entraron con sigilo y se dirigieron hacia el amplio salón para distribuirse por la casa.
—Bien, alguien se quedará en el salón vigilando por las ventanas la posible llegada de infectados, otros registrarán la casa para no encontrarnos sorpresas y alguien que venga conmigo al ático para coger todo lo que nos sea necesario. — Explicó Yolki.
—Al ático iré yo. — Dijo Noah con un tono que sonaba a que su decisión era irrevocable.
—Está bien. ¿Los demás?
—Yo os debo mucho, me pondré a registrar la casa. — Propuso Ramiro.
—Iré con él. — Continuó Tony sin fiarse mucho de la palabra del anterior.
—Creo que es necesario que alguien esté cerca de la puerta principal, ya que se puede abrir con facilidad, yo me quedaré allí. — Dijo Celestino.
—Bueno, pues nosotras nos quedaremos vigilando los flancos de la casa desde las ventanas del salón. — Finalizó Linda la distribución.
—Qué bien nos hemos apañado esta vez, caramba. — Se sorprendió Yolki. — Manos a la obra.

*****

Tony y Ramiro comenzaron a registrar la planta baja vigilando detrás de cada puerta y el interior de todo armario. Al parecer ese piso de la casa estaba totalmente limpio y decidieron subir al superior y seguir con su tarea. Al entrar en una de las habitaciones y al estar alejados de la gente para que no les escuchasen, Tony empotró violentamente a Ramiro contra una pared.
—¿¡Cómo cojones tienes la cara dura de venir con nosotros!? ¡Deberías haberte quedado en el bosque a esperar a que te devorasen esas alimañas!
—Yo... Yo estoy arrepentido de lo que sucedió... Pensé que podría compensar ayudando... Estaba... Asustado de las decisiones que tomaba Pablo... Temía que si no las acataba me mataría...
—¿Y cómo piensas arreglar la muerte de alguien simplemente ofreciendo tu mierda de ayuda? — Preguntó mientras apretaba el cuello del otro. — La sangre se paga con sangre.
—¡Bueno, para ya! — Explotó finalmente Ramiro empujando hacia atrás a Tony haciéndolo caer en el suelo.
Tony cayó de espaldas quedando confuso y mirando agresivamente a Ramiro, cuando de pronto una mano salió de debajo de la cama agarrando la suya y un infectado se la mordió. Ramiro reaccionó con celeridad y se ensañó apuñalando la cabeza del no muerto hasta dejarlo fuera de combate. Los gritos de dolor de Tony alertaron a toda la casa y Ramiro se apresuró a bajarlo al piso de abajo para que todos lo atendiesen

*****

Yolki y Noah ascendieron hasta el desván y el albano pudo ver el desastre que ocasionó el joven al huir por el tejado. Se dirigió hacia otro rincón de la cubierta de la casa y desmanteló otra parte, quedando las vigas de la parte superior de la casa al descubierto. En el tejado había estado escondido todo un arsenal, todo tipo de armas y explosivos los cuales introdujo en una gran bolsa negra de gimnasio y se la acercó a Noah.
—¿Puedes prestar un momento el mapa que tenía Sergei para echarle un vistazo? — Pidió mientras accedía a coger todo el armamento.
—Claro. — Contestó mientras se lo daba.
Noah se colgó la bolsa sobre el hombro y tomó el plano y desenfundó una pistola y apuntó a Yolki a la cabeza. 
—Sigo dudando.
—¿De qué?
—¿Cómo sé que sois los buenos y no los malos?
—Te salvé de una serpiente mutante en el río, ¿recuerdas?
—Eso no significa nada, pudiste jugártela solo para ganarte nuestra confianza. ¿Por qué nos tenéis tan bien estudiados? No me puedo fiar. Si te acercas al grupo te juro que te vuelo la cabeza.
—Pero, Noah... ¿Qué estás diciendo?
—Ya te lo he dicho, no te quiero ver cerca. — Finalizó mientras bajaba por la escalera del ático y la cerraba para que Yolki no le siguiese y saliese por el tejado y se fuese sin ellos. Cuando se incorporó escuchó un grito que provenía de alguna de las habitaciones y a los segundos vio salir de ella a Ramiro tirando de Tony para dirigirse a la planta baja.
—¿¡Qué ha pasado!? — Preguntó.
—¡Han mordido a Tony!
Cuando los tres llegaron a la planta baja todos observaron alterados.
—¿A quién se le ocurre estar pegando alaridos? — Preguntó molesto Celestino.
—¡Es Tony, lo han mordido! — Explicó Noah.
—¿Qué? ¿Dónde? — Quiso saber Edurne.
—Ahí, en la mano. — Respondió Ramiro.
—Apartad. — Ordenó el anciano.
Hizo un nudo con una tira de tela en el antebrazo del guardia civil y con un gran cuchillo que se apropió de la cocina y de un corte seco y tajante cortó la mano de Tony. Éste pegó un grito de dolor inhumano y seguidamente se desmayó del dolor.
—Mierda, qué flojucho es. — Dijo Celestino mientras todos los miraban perplejos por lo que había hecho. El viejo corrió hacia la puerta y vio que los gritos habían atraído a una manada de zombis y volvió al salón para explicar la situación. — No tenemos tiempo para esperar a que despierte, tenemos que salir de aquí.
—¿Insinúas que lo dejemos aquí y que se lo coman? — Inquirió Linda.
—Para nada... — Contestó mientras tomaba la mano amputada de Tony. — Ya tenemos distracción y tú Ramiro cargarás con el muchacho. Y tú, joven, será mejor que empieces a repartir las armas. ¿Dónde está el otro?
Noah dejó la bolsa sobre la mesa principal del salón y comenzó a repartir indiscriminadamente el armamento.
—No viene.
—¿Qué ha pasado? — Preguntó Perla.
—No viene. Vamos, no hay tiempo.
El grupo se apresuró y se puso en marcha a la montaña donde estaban las cuevas. Celestino se quedó algo retrasado hasta que casi tenía a los infectados encima, entonces les acercó la mano de Tony para que se percatasen bien de la carne fresca y la lanzó en la dirección contraria a la que se dirigían y la mayoría de los zombis se abalanzaron sobre el trozo de carne.
El grupo ascendía por el accidentado sendero que conducía hacia las cuevas. Noah iba a la cabeza observando el mapa para intentar casar la forma de éste con la de la orogénesis de la montaña, pero la oscuridad de la noche no ayudaba mucho en su iniciativa.
—¿Cuál de las cuevas creéis que será la entrada? — Preguntó Edurne.
—Hay demasiadas como para saberlo. ¿Pone en el mapa si hay varias entradas? Sería más fácil acceder. — Dijo Perla.
—No estoy muy seguro de entender el mapa, pero hay sólo una entrada por lo que veo. — Contestó Noah tras quitarse una linterna de la boca que usaba para enfocar el mapa y el camino.
—Déjame ver. — Pidió Linda. Tras un rato de ojear el mapa, llegó a una conclusión. — Creo que sé dónde es esto. Si observas este signo de aquí quiere decir que hay una bajada. Cuando era pequeña me dedicaba a jugar con los demás niños por estas cuevas hasta que ocurrieron desprendimientos en algunas de ellas y nos prohibieron subir. Las únicas cuevas que tienen bajadas se encuentran casi en lo más alto. Os puedo indicar cuáles son.
—Todo tuyo. — Respondió su primo.
El grupo siguió los pasos de Linda hasta llegar a las cavidades indicadas por ella.
—Tardaremos poco en dar con la que es. La mayoría que tiene bajada después no tienen continuación. Sólo hay que encontrar una que tenga bajada y encaje con la posición del mapa.
—Un momento, ¿qué se supone que hacemos? ¿Buscamos a la niña o nos dedicamos a enfrentarnos a gente que probablemente esté armada y acabe con nosotros? — Interrumpió Celestino.
—Bueno, si Yolki no nos mentía, este es el único lugar donde puede haber algunas instalaciones que hayan provocado esta masacre y lo más probable es que la cría haya acabado por aquí según el mensaje que dejó pintado en una pared. Llevamos días buscándola por donde no estaba, si hay alguien vigilando esta zona seguramente ya la hayan encontrado y metido en ese lugar. Es la teoría más sostenible que tenemos. — Explicó Perla.
—No me gusta la idea, hay decenas de cuevas, es mejor dividirse y buscarla por todas y no por una la cual creéis que hay unas instalaciones donde se maquinan cosas macabras.
—Se acabó el separarnos, somos más fuertes todos juntos. Siempre que nos hemos dividido ha acabado pasando algo malo. — Dijo Noah con tono de cerrar la discusión.
—Bien... Son estás tres cuevas y una cuarta que hay más alejada un poco más adelante.
—Yo miraré dentro. — Propuso Ramiro.
—Ni hablar, tú cargas con Tony, en caso de huida rápida necesitamos que estés con él al cien por ciento. Que se meta otro.
—Creo que Linda es una buena candidata, es la única que se ha metido alguna vez en ellas.  — Dijo Edurne.
—Sí, bueno... — Contestó sin que le hiciera mucha gracia.
—Celestino ha vivido toda su vida en este pueblo, seguro que también las ha explorado alguna que otra vez. — Propuso Perla.
—Está bien, entraremos Celestino y yo. — Finalizó de mala gana Linda para avanzar en su empresa.
La primera cueva no tenía mucha profundidad y bajaron el desnivel del terreno, pero no había nada interesante. Al salir ambos, Celestino tenía mala cara y comenzó de nuevo a quejarse.
—Esto es una pérdida de tiempo, aquí no va a haber nada y esa niña nos puede estar necesitando en estos momentos.
—Celestino, de todas formas tenemos que barrer toda la zona de las cuevas, por lo tanto éstas también. — Quiso cerrarle la boca su ahora principal joven oponente.
Linda y Celestino entraron en la segunda cueva y bajaron el desnivel. Noah se percató de que éste había entrado mucho más enfadado de lo normal y se adentró en la cueva al poco después. La joven avanzó delante y dio con una puerta metálica y comenzó a inspeccionarla para ver si se podía abrir. Pudo moverla unos milímetros, pero era muy pesada. Observó que era de funcionamiento electrónico y tenía pinta de haber sido abandonado hace tiempo.
—¿Me ayudas a abrirla? — Preguntó mientras observaba la entrada con las manos en la cintura intentando hallar ideas favorables para la apertura.
Celestino se echó la mano a la espalda y del cinturón empuño un gran cuchillo mientras se acercaba sigilosamente a Linda. De repente Noah dio con ellos y sorprendió al anciano con el arma blanca en la mano.
—¡Eh, tú! ¿¡Qué se supone que haces!? — Le preguntó el joven agresivamente.
—Oh... Nada, Linda me pidió ayuda para abrir la puerta y saqué este machete para intentar hacer algo de palanca, ya que parece resistente.
—¡Mira, Noah! ¡Hemos encontrado la entrada!
—¿Por qué habrá entrado Noah tras ellos? — Se preguntó Edurne.
—Algo no le olería bien, supongo. — Contestó Perla.
—Uh... — Todos escucharon cómo la voz de Tony se encendía.
—¡Hey! ¿Estás bien? — Le preguntó Ramiro mientras colocaba sentado a Tony en el suelo.
—Sí... Un poco... Mareado... Pero... ¿Dónde está mi mano?
—Celestino te la tuvo que cortar para evitar que te infectase la mordedura. — Respondió Edurne.
—Eso... ¿Te encuentras bien? ¿Sientes fiebre o algo por el estilo? — Quiso saber Ramiro.
—No sé... Algo cansado, mareado, no sé... Quizás ya me haya hecho efecto el veneno de esos malditos...
—Eso también puede ser por la pérdida de sangre. — Teorizó la mujer.
—¡Hey! ¡Chicos! ¡Venid! — Se escuchó a Linda desde el interior de la cueva.

Los cuatro se internaron en la cueva y vieron que la puerta había sido abierta y llevaba a unos túneles subterráneos.
—Bien... Parece que estamos llegando al final de esto. — Dijo Perla.
Todos pasaron por la puerta que habían abierto entre Noah, Linda y Celestino. Cuando todos estuvieron dentro avanzaron por un pasadizo hecho en la montaña y llegaron a una bifurcación.
—Vaya... Lo típico de las películas... — Ironizó Edurne.
—Bienvenidos. — Dijo una voz masculina proveniente de alguna parte. Todos observaron a su alrededor y se percataron de la existencia de megafonía y de una cámara de vigilancia colocada en el trozo de pared que separaba un camino del otro. — Parece que queréis saber qué está pasando por aquí, ¿no es así?
—¿¡Quién eres!? — Exigió saber Tony.
—Cuando llegue el momento lo descubriréis... Ahora me divertiré un rato para saber si sois merecedores de conocer la verdad o no... — De pronto se escuchó como si unos dispositivos mecánicos se pusiesen en marcha y toda la estancia comenzó a vibrar. Al instante unas rocas comenzaron a caer del techo dividiendo al grupo en Noah, Perla, Tony y Ramiro por un lado y a Linda, Celestino y Edurne por otro. Cuando se disipó el polvo los unos se preocuparon por los otros.
—¿¡Estáis bien!? — Preguntó Noah dirigiéndose a la pared de escombros.
—¡Sí! - Respondió Linda.
—Necesitamos quitar estas piedras de en medio. — Propuso Noah.
—¡Noah! ¿Estás ahí?
—¡Sí! — Contestó a su prima.
—En el plano pone que si avanzáis por ese pasillo y giráis en la penúltima sala a la derecha hay una puerta que comunica con la penúltima sala de nuestro pasillo. Eso será más seguro que arriesgarnos a que esto se nos venga encima.
—De acuerdo, nos daremos prisa, ¡tened cuidado! — Finalizó el joven.


© Estrada Martínez, J.J. 2014

"Tierra muerta: Génesis" - Capítulo 10


Noah y Tony que no daban crédito a la situación se asomaron desde su escondrijo y vieron el reguero de sangre que emanaba de la cabeza de Dana. Ese monstruo había sido capaz de asesinar a una pobre chica. Sin importar el peligro de la situación Noah salió corriendo hacia el cuerpo tendido en el suelo de la joven y Sergei se aproximó lo más rápido que pudo gateando. Pablo mientras observaba la situación sin mover un sólo músculo tras la tensión del momento, Tony seguía escondido tras un coche, Ramiro sin saber qué hacer y Noah y Sergei llorando a la joven. A nadie le importaba que pasasen unos pocos minutos sin hacer nada, hasta que el violento cazador propinó un fuerte puntapié a Sergei en el abdomen tirándolo al suelo. Levantó a Noah del suelo cogiéndolo del cuello y le dio la vuelta, le dio una patada en las piernas haciéndole caer de rodillas. Tras esto lo encañonó por la nuca y  otro disparo acompañó a la sangre y a la confusión. Pablo cayó al suelo fulminado y Ramiro se alarmó al no saber quién había apretado el gatillo.
—¿¡Quién ha sido!? — Exclamó el otro cazador.
—Pues ha sido Edurne. — Dijo Perla mientras se aproximaba por la espalda de la mujer rodeándola con un brazo por los hombros. — Yo soy, Perla, encantada. ¿Quieres morir tú también o vas a dejar en paz a mis amigos?
—Yo... Yo... — Tartamudeó Ramiro mientras veía cómo a lo lejos le apuntaba Edurne con un potente rifle. Tras esto salió corriendo perdiéndose en el bosque.
—Noah, ya te puedes levantar y calmarte, todo está bien. — Informó desde lo lejos. Perla vio que Tony la miraba horrorizado desde su escondite tras los coches.
—¿Qué pasa? ¿Dónde están los demás? ¿Están bien? Traigo un nuevo miembro al grupo, se llama Edurne, y gracias a ella os hemos salvado y tenemos otro coche. ¡Y traigo buenas noticias sobre Mimí! ¿Sé puede estar mejor? — Dijo mientras todos la oían, mas no escuchaban. — ¿Pero qué demonios os pasa? — Volvió a preguntar cansada de no obtener respuestas mientras se aproximaba al perímetro del campamento de coches. Lo primero que vio fueron los cadáveres de Marius y Diego al lado de los vehículos. — Oh... Dios mío... — Después siguió caminando y vio el cuerpo tendido de Pablo... Y al lado estaba el de su hermana... Muerta... Perla se desplomó hacia atrás con un ataque de nervios mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos no queriendo creer lo que estaba viendo.
—¡Eh! ¿¡Estáis todos bien!? — Preguntó Yolki desde la lejanía mientras el grupo de cuatro se acercaban a su campamento. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca se quedados impactados mirando la masacre. Linda en seguida corrió hacia Perla y la abrazó, Tony por fin reaccionando se acercó hacia la chica y se arrodilló a su lado sin saber qué hacer mientras la veía llorar. Sergei miró el cuerpo tendido de Dana y después fijó su mirada en el de Marius. Gateando se acercó hacia Tony y le arrebató la pistola.
—¿¡Sergei!? ¿¡Qué se supone que haces!? — Le preguntó Yolki acercándose e intentándole quitarle el arma de entre las manos.
—Me... Me han mordido, estoy infectado, no hay cura, voy a acabar como Marius.
—Sergei... Aún hay esperanza...
—Quizás cuando la encontremos ya sea demasiado tarde... Y no es ése el único peligro que tenemos que afrontar. También las personas se han vuelto malas. No quiero... No quiero seguir viviendo en un mundo así... Y Dana ya... No está aquí. Por favor, respetad mi decisión.
—Aquí no... — Le susurró finalmente ayudando a levantarse a Sergei. Ambos se pusieron en pie y caminaron lejos de ese lugar. Noah y Paula siguieron a los dos por donde habían ido. Cuando estuvieron lejos se pararon y Yolki ayudó a Sergei a sentarse apoyando la espalda en un árbol.
—Sergei... Yo... Siento mucho haberte mandado a por agua... ¡Perdóname! — Imploró Paula mientras abrazaba al muchacho.
—No pasa nada, Paula, te perdono. Esto nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros... Ya para mí está todo perdido, no me voy a marchar con ningún tipo de rencores en mi corazón. — Tras estas palabras Paula se deshizo del cálido abrazo y Noah se agachó para hablar a la altura del joven.
—¿Te acuerdas de las veces que nos peleábamos de pequeños? Siempre ganabas tú. Eres un luchador, aunque los años nos hayan hecho a los dos unos patosos. Quiero que sepas que en esta tierra muerta vas a dejar a alguien que siempre te recordará, no serás olvidado, te lo juro. Gracias por haberte conocido. — Finalizó dándole un abrazo.
—Qué ironía, el que ganaba siempre ahora es el primero de los dos en caer. Las peleas no eran la vida. En la práctica, en la vida real, tú eres más fuerte. Espero que jamás tomes la decisión que yo estoy tomando, no te rindas y sal de esta, Noah. — Contestó con lágrimas en los ojos.
—Cuando... Cuando estés allí... Dale un abrazo a Dana de mi parte.
—Lo haré. — Dijo mientras se deshacía el abrazo.
—Sergei, ¿quieres que lo haga yo? — Propuso Yolki.
—No, gracias. No quiero que nadie bueno se manche las manos con mi sangre.
—Como quieras. — Sergei cogió la pistola y se la metió en la boca. Noah se volvió a agachar y le agarró la otra mano. El muchacho esbozó una sonrisa con lágrimas en los ojos y apretó el gatillo.

*****

—Hoy despedimos a nuestros hermanos Marius, Dana y Sergei dándoles cristiana sepultura bajo la cruz que una de las hijas de nuestro pueblo, Paula, ha fabricado para que todos nuestros sentimientos les acompañen en devoción para llegar hasta el abrazo eterno del Señor. Dios, te pedimos que tengas en tu gloria a estas tres personas cuyas vidas han sido interrumpidas. Sabemos que no es tiempo de hacer una misa por ellos, pero los humanos tenemos la necesidad de llorar a nuestros muertos, es bueno. Oh, Señor, por favor, acoge en tu gloria a Marius, Dana y Sergei y haz que estos cazadores se arrepientan de sus acometidas. Padre, usted nos creó para luchar siempre por la vida y no para arrebatárnosla los unos a los otros y menos por uno mismo. Te rogamos que no nos dejes caer en estos errores. Amén. — Celestino ofició una misa improvisada para desear un plácido descanso eterno a las tres víctimas de la muerte.
La noche cayó y Edurne estaba entrevistando a todo el mundo para pasarlo a sus cuadernos de notas para acumular los mayores testimonios posibles. Todos estaban colaborando en el mantenimiento del grupo y del campamento, mientras Perla y Tony charlaban un algo alejados del grupo.
—Tú estabas aquí.
—Sí.
—¿Por qué no hiciste nada?
—Perla... No pude...
—Mentira, estabas escondido detrás del coche como un perro asustado. Si hubieses hecho algo mi hermana ahora estaría viva. ¿Qué se supone que os enseñan en la Guardia Civil? ¿A esconderos? Se supone que debéis proteger a los ciudadanos. — Tras estas palabras Tony se alejó de Perla y Noah vio que la situación no era la más agradable para los dos dentro de esta crisis, por lo que decidió acercarse.
—¿Estás bien? Dentro de lo que cabe... Me refiero...
—¿Por qué? ¿Por qué me tuvo que sacar ese idiota del bar? Ahora no tendría que estar sufriendo esta mierda.
—Perla, no digas eso. Tienes que seguir luchando. Tu madre aún está viva, ahí, fuera de este caos. Lucha por eso. Todos lloramos todo lo que podemos a Dana, pero tenemos que seguir adelante y esta situación nos obliga a mantenernos serenos, no podemos flojear.
—Tienes razón... Encontraré a mi madre y acabará toda esta pesadilla. Antes de irme a dar una vuelta y seguir llorando te tengo que decir que encontré a Edurne y le conté todo lo que había pasado, por eso os entrevista, es bueno que haya testimonios sobre esto. Hubo problemas en su casa y me fui hacia el bosque, en un momento me tuve que ocultar en una vivienda en construcción y allí vi un mensaje pintado por Mimí que ponía que se iba a refugiar en las cuevas y las parideras, aún puede que esté viva. Luego Edurne se decidió a acompañarme al bosque con su coche y ahora tenemos más ayuda.
—Gracias por contarme esto, Perla, pero ahora deberías desahogarte y descansar.
—Vale...
—Te dejo tranquila, tengo que arreglar unos asuntos.
—Gracias.
Noah se alejó de la chica y se dirigió hacia Yolki que estaba hablando con Paula.
—¿Podemos hablar en privado?
—Bueno yo creo que iré a por agua. — Dijo Paula como excusa para dejarles solos.
—Claro. — Accedió Yolki.
Ambos se alejaron un poco del grupo y del campamento.
—Sabes... Esta mañana estuve en la casa donde supuestamente vivíais Marius y tú. ¿De qué va todo esto? ¿Qué es eso de ISABW? ¿Quiénes sois en realidad?
—Oh... Entiendo... Está bien, confío en ti y te contaré.
—Más te vale.
—Bien... ISABW son las siglas que significan International Society Against Bacteriological War, es decir, nos dedicamos a luchar contra los posibles brotes de guerra bacteriológica por el mundo. Nos informaron sobre experimentos en esta zona y parece que no era una falsa alarma. Sergei tenía entre su ropa este mapa sobre unas instalaciones en alguna parte de este área. Nuestros movimientos prácticamente son de carácter militar, por eso estamos tan bien entrenados. Mi compañero ha fallecido, así que ahora tendré que encontrar al culpable de todo esto yo solo, a no ser que tú me quieras ayudar.
—¿Puede que haya cura?
—Eso sólo lo sabe quien provocó esto.
—Bueno, podemos bajar otra vez al pueblo, pero lo haremos mañana. Perla me acaba de decir que hay indicios de que Mimí pueda seguir con vida. Y... Una última cosa. ¿Qué significaban las pegatinas que eran diferentes de las demás en los documentos?
—Vaya... Veo que exploraste bien. Significan que hay anomalías en los genes que no se han encontrado en otras personas, aunque aún no sabemos por qué ni qué causan.
—Entiendo...

*****

Paula llegó hasta el pozo y con una soga hizo descender el cubo. Comenzó a escuchar ruidos alrededor suya y se armó con el machete que portaba para defenderse. Miró a su alrededor con la linterna en la boca y no pareció ver nada. Subió el cubo lleno de agua lo más rápido que pudo y cuando lo tuvo en su poder sintió que algo estaba tocando su espalda. Paula se giró temerosa haciendo que el cubo cayese al fondo del hoyo por el cual casi cae ella también.
—Tranquila, no voy a hacerte daño. — Le habló una voz masculina.
—¿Quién eres?
—Soy uno de los cazadores, Ramiro, pero no voy a hacerte daño.
—¿Qué? ¡Vosotros sois unos monstruos!
—¡No! ¡Espera que te lo explique!
—No hay explicación que valga para tantas muertes.
—Yo no maté a nadie. Sólo iba con Pablo y su hijo a cazar. Sólo acataba órdenes de Pablo, no pretendía matar a nadie. No soy un asesino, por favor, tienes que creerme. Tarde o temprano si sigo solo en este bosque alguno de esos monstruos me devorará vivo.
—Ese no es mi problema.
—Por favor, ayúdame. Seguro que tú también estarías aterrada en mi situación. Os puedo ser de ayuda. Sé que va a ser complicado confiar en mí pero no me queda otro remedio que colaborar con vosotros si quiero sobrevivir y en cierta parte me siento culpable de la muerte de esa pobre chica y estoy en deuda con su hermana.
—Mira... Iremos al campamento y que decidan qué hacer contigo, yo no puedo decidir esto sola.
Ambos quedaron en silencio al escuchar de nuevo ruido entre los árboles y arbustos.
—Cuidado... — Dijo protegiéndola de lo que pudiese acercarse al ataque de ambos. El sonido cada vez era más intenso y ellos estaban cada vez más nerviosos.
—Mantened la calma. — Dijo una voz femenina detrás suya.
Ambos se voltearon y vieron a una joven de pelo moreno y largo que estaba con total tranquilidad mirándoles.
—¿Quién eres? — Preguntó Ramiro.
—Mi nombre es Helena.
—¿Qué quieres de nosotros? — Dijo Paula con temor.
—Nada, sólo pasaba por aquí y os he visto.
—¿Solo pasabas por aquí? ¿De noche? ¿Has visto el panorama que hay? — Volvió a preguntar la mujer.
—Sí, tranquilos, sé cuidarme sola y más entre amigos.
—¿Entre amigos?
—Sí, como vosotros los llamáis, los "infectados". Son tan dóciles y tiernos... No sé por qué la gente los odia tanto. — El sonido que se había escuchado con anterioridad ahora era más cercano y los tres miraron hacia él.
—¿Qué puede ser eso?
—Oh... Tranquilos, son mis cachorros. — Contestó Helena mientras se acercaba al ruido.
—¿Tus... cachorros?
—Aham... — La chica se acercó a un arbusto y de él sacó del collar a dos rottweilers cuyos hocicos no paraban de salivar.
—¿Son tuyos?
—Sí, pero no os preocupéis. No estamos solos.
—¿Cómo?
Helena silbó una breve melodía y de repente apareció una jauría de canes similares detrás de ella.
—Bueno... Vosotros no me interesáis mucho así que... — La chica se agachó entre las dos cabezas de los perros que tenía sujetos y les susurró. — Atacad pequeños.
Los cánidos se abalanzaron sobre ellos. Ramiro reaccionó con rapidez y comenzó a correr hacia el campamento, pero Paula no fue tan hábil y los rottweilers comenzaron a mordisquearla por el cuerpo. Helena vio cómo el cazador se alejaba corriendo y dio la orden a todos los perros de perseguirle y acabar con él.

*****

El grupo entero se encontraba sentado cenando y charlando en el campamento.
—Muchas gracias a todos por contarme todo lo que sabíais de todo esto. — Agradeció Edurne al grupo.
—No hay de qué. — Contestó Linda.
—Chicos... Os tengo que decir algo. — Alzó la voz Noah. — Perla ha visto indicios de que Mimí puede seguir viva, encontró un mensaje pintado en una pared de una casa en el que informaba que se ocultaría en las cuevas. Así que... Como Celestino es quien ha tomado el mando ahora sólo propongo ir mañana al amanecer a buscarla y peinar toda la zona de las cuevas.
—¿A las cuevas? — Replicó el anciano mientras se quedaba pensativo. — Está bien, creo que ha llegado el momento de otorgar libertad, aunque en el fondo siempre habéis podido hacer lo que quisieseis. Yo iré a las cuevas a buscar a la niña, pero el que quiera largarse de esta pesadilla es libre de marchar fuera de aquí. Por lo tanto, que levante la mano quien quiera irse.
Todos se quedaron mirándose los unos a los otros esperando a que alguno emitiera su elección, como si aguardasen a que alguien diese el primer paso para no parecer tan egoísta con la decisión de abandonar.
—Además... También puede que haya una cura.
—¿¡Qué!? — Dijeron todos al unísono mientras miraban con los ojos como platos a Noah.
—Yolki es un agente especial que está investigando esta catástrofe. En algún lugar de este pueblo están experimentando con personas y por mí, yo pienso llegar hasta el meollo de este asunto.
Yolki miraba incrédulo a las palabras que acababa de decir Noah y éste se percató, pero sólo le devolvió la mirada con normalidad como si no le importase lo que pensase.
—En ese caso, mi obligación es quedarme y resolver todo esto. — Dijo Tony.
—Tu obligación... — Murmuró Perla recriminando lo suficientemente alto para que la escuchasen.
—Bien, entonces, ¿alguien quiere abandonar? — Volvió a cuestionar Celestino.
Nadie dijo nada ni alzó la palma. Parecía que todos querían trabajar mano a mano para destapar todo. De repente se comenzaron a escuchar gritos de alerta desde el bosque seguido de ladridos.
—¡Corred! ¡Huid en los coches!
Todos alumbraron y vieron que Ramiro se aproximaba a gran velocidad hacia ellos seguido de una manada de perros ansiosos por atacar. La jauría era demasiado grande como para contraatacar y todos recogieron lo necesario con rapidez y montaron en los coches.
—¡Por favor! ¡No me dejéis aquí! — Dijo mientras conseguía colarse en uno de los vehículos.
—¡Arranca! ¡Arranca! — Gritó Edurne a Celestino en uno de los coches mientras veía que los perros comenzaban a arañar las puertas.
Dos de los coches abandonaron la zona dejando atrás a los rabiosos animales y pusieron dirección al pueblo.

*****

Paula malherida consiguió llegar hasta donde estaba el campamento. Observó que no había nadie, que la habían abandonado. Desesperada, llorando y sangrando se quedó mirando a su alrededor derrotada. Vio entonces su salvación, el grupo se había dejado uno de los coches allí, era el de Edurne. La suerte estaba de su lado, pues el coche estaba abierto. Se sentó en el asiento del piloto y arrancó. Afortunadamente siempre dejaban las llaves puestas por si se encontraban en una situación de emergencia. Al contrario que el grupo, puso dirección a la carretera para escapar de toda aquella pesadilla. A pesar del dolor de sus heridas se sentía feliz por poder marcharse con la esperanza de poder rehacer su vida y vivir con calma. Giró una curva de la carretera que daba a una recta, allí vio a Helena plantada en medio de la carretera y asustada Paula dio un volantazo y estampó el coche contra un árbol. Tras reponerse del golpe se giró hacia la calzada y observó que Helena ya no estaba allí. Entonces rodaron dos cosas por la rota luna delantera del vehículo y vio que eran las cabezas de Marius y Sergei. Paula dio un grito de terror y se giró hacia la puerta. Por el cristal vio a Helena agachada, sonriendo y saludándola. En un instante ésta incrustó un puñal en la cabeza de Paula.


*****

© Estrada Martínez, J.J. 2014